Torre de Salinas

La Torre de Salinas alberga interesantes y muy distintos escenarios en sus dos grandes vertientes. En la norte, predominan las huellas de las glaciaciones cuaternarias, con el solitario circo del hoyo de Liordes como uno de sus ejemplos más notables. La vertiente sur, en cambio, es el paradigma del cabalgamiento basal de los Picos de Europa: una espectacular falla inversa que, al elevar las calizas carboníferas, sacó a la luz sus formaciones principales: la caliza de montaña y los dos miembros de la formación Picos de Europa.

Torre de Salinas

Visitar ambas vertientes, rodeando por completo la montaña, implica transitar por terreno complejo, exento de dificultades técnicas pero arduo y carente, en su mayor parte, de señalización. Un terreno donde la nieve, que perdura en el hoyo de Liordes hasta bien avanzado el verano, puede complicar la progresión, y donde la niebla, que rara vez falta a su cita, entraña un peligro que no conviene menospreciar.

Iniciamos nuestro circuito en lo más alto del sedo de Remoña (2030 m), hasta donde se llega con facilidad desde el aparcamiento de Valcavao, pasando por el Cabén y subiendo por el sedo (2,8 kilómetros y 290 metros de ascensión acumulada).

Enseguida enlazamos con el camino balizado a Collado Jermoso (2020 m, 0,2 km), por el que continuamos justo hasta el punto donde comienza a descender en dirección a la vega de Liordes. Aquí lo abandonamos para dirigirnos (izquierda) hacia las paredes de la Torre de Salinas (2035 m, 0,3 km).

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