En la cara oeste del Espigüete, por encima de las pendientes de hierba, se suceden tres escenarios muy diferentes y bastante bien definidos: una amplia ladera de derrubios, un muro calizo de medio kilómetro de largo y 50 metros de alto, y un sistema de gradas inclinadas que llega a la línea de cumbres. Esta estructura le da a la montaña la apariencia de una pirámide perfecta.
Espigüete |
Como es lógico, las dificultades se concentran en el muro intermedio, un paredón que representa una barrera casi infranqueable. De hecho, solo muestra cierta debilidad en la perpendicular de la característica brecha de la arista noroeste. Ahí, entre un confuso conjunto de fisuras y chimeneas, oculta a casi todas las miradas, se encuentra la estrecha canal oeste, un escondido pasadizo que conecta los derrubios de la base con las gradas cimeras de la montaña.
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