En el enjambre de picos que bordean el embalse de Riaño, entre Peñas Pintas y el Yordas, destaca un escarpado cordal que separa los valles de Anciles y Tendeña, y tiene su punto culminante en el alargado crestón de la peña de la Collada.
Panorama desde Ridéscaro.
Olvidado por la mayoría de los montañeros, es difícil toparse con alguien en este reino de soledades formado por cumbres injustamente ignoradas, de nombres omitidos o desparramados al azar en los mapas oficiales.
La ruta que se propone sube a tres de esas cumbres: Peña Cabeza, el pico de las Anestosas y la peña de la Collada. Se trata de un itinerario duro, que transita por terreno quebrado, carente de senderos entre los collados de Tendeña y Anciles, y donde hay que usar las manos con frecuencia.
Continúa leyendo (contenido exclusivo para suscriptores)